jueves, 19 de noviembre de 2015

Lo que nunca soñe

Caminaba, por el largo callejón de le entrada de la estancia; abriendo la inmóvil e inanimada tranquera;la luz de la luna me daba una pequeña obnubilación e iluminaba el triste callejón lleno de recuerdos; mi infancia tan divertida y llena de fabula; las manchas de sangre de mis generaciones anteriores; la suave corriente de aire fresco y puro de la llana naturaleza pampeana con la que mis ancestros trabajaron la tierra regándola con lagrimas, las lagrimas del dolor de soportar los errores de los lideres haciendo su trabajo pesado y alejado de la libertad; también hubo alegría de estos tristes trabajadores, marcando la tierra. Se podría decir que estos detalles un tanto traídos de mi nostalgia daban un ambiente tenebroso; la misma naturaleza daba un aspecto terrorífico con su rareza y formas; la panorámica: un camino infinito, divido en dos con la elevación en el medio, como una avenida, los rollos de tierra arenosos hundidos con mis pasos de miedo.
Lo extraño siempre fue el final, ya sabía lo que había, lo que llegaría; pero la sensación de desnaturalización que sentía, me daba hincapié a pensar en lo extraño, a entrar en la inconsciencia e ir queriendo sentir que eso extraño en lo que pensaba;  la luz oscura que me hacía ver a lo lejano, cercano, y esa cercanía tomaba forma espectral; ¿por qué? Si yo era ateo; sentía que tenía que creer, pero no sabía en qué; ¿en que todo iba a estar bien? O ¿en que había algo más allá de mi racionalidad? Dialectando no iba a lograr nada; a veces pensar no ayuda; es solo cuestión de enfrentar a ciegas lo desconocido.
Seguí con mis pasos, ya mas rápidos; me puse nervioso; estaba pensando muchas cosas a la vez; eso pasa en los enfrentamientos a ciegas, es tratar de no pensar pensando en todo al mismo tiempo y colapsando los nervios; empezamos a sentir que nos persiguen, tenemos miedo; queremos correr, y sin embargo no hacemos nada; concluimos que todos esta en nuestra cabeza y miramos al frente enfrentando; y es el momento, donde lo inesperado aparece; ese ruido, esa sombra; la naturaleza nos quieren confundir, los pájaros te gritan con desesperación, todo te está diciendo que al final no lo conoces; que lo que te está causando esa adrenalina, miedo, intriga, nervios; esta al final del camino.
Los últimos segundos antes de llegar estire la mano como si lo que fuese a tomar sea el secreto del universo y me tope el frio manojo de la puerta de casa.
Todavía pienso en esa extraña noche, como si me hubiese muerto; no sé si fue verdad, si alucine, o simplemente enloquecí, pero lo que si se, es que nunca lo soñé.

El proyecto de un suicidio incomprendido

En la determinación de la vida el propósito a seguir adelante es el proyecto, y como yo no tenía ningún proyecto lo único que hacía era pensar, pensar en las anomalías, en la libertad, en la esencia, en el sentido de pensar. Había llegado al punto de pensar ¿por qué pensaba? y si pensaba, ¿qué pensaba? ¿Qué pensaría en realidad?  Vivía con la virtud de la duda hacia la respuesta. Era de leer mucho niechsze; y ahí es cuando comencé a dudar de la historia, ¿Por qué debo creerle  a los antiguos? Esa era me filosofía de vida, estaba perdido. Llegue hasta ese punto de no creerle a nada, ni a mis propios pensamientos; y ahí, en la angustia de pensar me decidí por mi futuro.
Yo vivía en la estancia Don Serbel; no me gustaba la civilización, por algo era un pensador; había aprendido química en mis estudios secundarios y recordaba la extracción de químicos y diluido (solución, soluto) busque el veneno “mata yuyo” que utilizaba el jardinero y le extraje Glifosato; lo diluí en menos cantidad y lo volví letal. Se lo adherí a un gotero y camine por el campo donde me inspiraba a dialectar sobre las causas infamias y los derechos humanos; me senté a lo lejos, donde ya sentía la nada y el solo escuchar el susurro sosegado del viento nórdico; abrí el gotero e ingerí 3 gotas de Glifosato (quería una muerte sin sentirla, solo dormirme y no despertarme mas) me recosté y quede nadando en la fragancia oscura de la eternidad.

jueves, 5 de marzo de 2015

Megan

Dolor dulce se le llama a la espera de aquella alma sensible, estrambótica y protectora; a la que con la rabia y rigidez espero sentado en un pantano donde la vegetación y el barro me hunden a la más oscura soledad; solo por la espera a esta alma de aromas frescos. Las geishas me seducen, queriendo exprimir mi hemoglobina. Les puedo llegar a decir que por este ectoplasma humano materializado en lo más puro del ser soy capaz de reprimir mi idiosincrasia y libertad. Creo que ya estoy muerto, que mi eternidad es la espera.

Todavía tengo la esperanza de algún día levantarme de este pantano musgoso y frió para poder tener esta dosis vital haciéndome falta. La chusma me aconseja el olvido; pero el olvido es escapar, y escapar es ser un cobarde y sé que un cobarde no soy.

Soy de caminar por las noches volviendo del bar Irlandés y tabaquería Manchini, donde me emborracho con fernet y whisky hasta la hora de cierre. Llego a casa y lucro mi enorme pipa india, la relleno de aquella sustancia psicotrópica y me dejo llevar, hasta llegar al sitio más humano, la conciencia, pueden decir que estoy loco, pero sí, yo hablo con mi conciencia,  la veo, ahí, me mira; y saben? Con ella no se habla, no se toca, con el solo hecho de sentirse ya hay comunicación y entro en un llanto de niño prematuro, gimiendo.
El alma a la que espero aun en esta angustia desesperada donde ni el más valiente ganaría esta lucha interna. Puede ser que exagere, pero estoy hundido y cuando te hundes, dejas de estar en el exterior y te encuentras con tu lado más oscuro.


Como todos los domingos fui a visitarla, siempre estoy ansioso por que creo poder llegar a verla, esforzando mi vista; podría describir que donde vive es un orfanato de todas las generaciones, con las paredes pintadas de gris oscuro y el olor, el olor a flores de jardín y agua podrida. A lo lejos ya la veía, a su cama, su grisácea cama, con lo oblongo de un castillo. Yo llevaba un ramo de lirios amarillos con un tono naranja en el centro; y si, así es, me arrodille en el sepulcro de mi amada Megan, asenté los Lirios sobre el florero hecho a mano de su tumba y seguí esperado dulcemente a mi alma Megan.