viernes, 30 de mayo de 2014

La parca en la otra habitación

Olor a geronte, ruido a cirugía, la aguja del suero me traspasa las capas de la piel, postrado en una cama ortopédica por un idiota que no me vio pasar. Nunca me iba a imaginar que yo te presenciaría, pero así fue. Roberto German Cuallo, 65 años, un viejo alcohólico, sin familia ni pasado, perecía de estado de coma, ya hacia 3 días. Lo trasladaron un día antes que yo llegara, eso me contó la enfermera, con la que charlo por la noche antes de que todo se vuelva en un silencio oscuro y pesado, donde me concentro en ese sonido simple pero atronador, el sonido de sus pulsaciones de esa maquina. Por momentos me dormía y soñaba escucharlo, la soledad que uno pasa dentro de un hospital te lleva a una locura exagerada, pero real. Mi única concentración se basada en ese ruido, era lo único en lo que pensaba, pensaba en mi muerte, en la muerte de todos. La frecuencia se empezó a transformar en cada vez mas lenta, un aire mas pesado se predecía, me empezó a faltar la respiración, mis pulsaciones subieron y las del gerente bajaban,  y cada vez mas, el fluorescente del velador parpadeaba, me sentía pegado al colchon, empecé a transpirar y cada vez mi sangre bombeaba mas rápido y la del anciano alcohólico mas lento, era una sincronización perfecta, era una sensación que me gustaba pero a la vez me asustaba; mi alma quería escaparse pero mi piel luchaba para contenerla, me sentía atraído por un imán gigante, una sofocación de energía pura,  imaginen que acercan un imán muy potente a una laptop, esa fue mi sensación. De pronto como cuando cae un rayo y queda todo apago por unos segundos, hasta la conciencia; el ruido seguidito en escalas pausadas, se convirtió en un solo sonido continuo sin música, el aire se aliviano y me despegue de la cama.

Que no che tan agitada no? Después de eso me dormí como un prematuro y me acabo de despertar, si, el viejo se había muerto obviamente, no es necesario que me lo digas meri.- meri era la enfermera con la que charlaba-. Yo viví la muerte sin haberme muerto. 


FIN

Mi cuervo

El miedo,  es como el amor, un sentimiento sin explicación alguna, ese momento de adrenalina que nos gusta, porque nos gusta el miedo, nos gusta el límite, estar al borde de la muerte. Y yo les voy a explicar que es el miedo, pero no con un fundamento si no con un hecho, un hecho que sucedió ya hace 7 años aproximadamente.
Era un tipo vago, pero trabajaba, no me puedo quejar, el si ponía entuciasmo a su trabajo. Un remisero que como todos, recorría la ciudad todos los días, ya tenía la arquitectura en su cansada materia gris, no había calle alguna que no supiera, era muy bueno con los fierros, al solo escuchar el canto de un motor era capaz de sabes hasta si le faltaba un miserable tornillo, ha él no lo podían engañar con eso.
 -¡5 a central por favor un pasajero lo espera!-. Suena el handi desde el rincón del asiento, tranquilamente se dirige hacia la central, llega estaciona y había un hombre, de seguro era el pasajero, todo vestido de negro, y cuando digo todo, es todo, no se le veía la cara, es como si escapara de alguien, y en su mano izquierda en una bolsa llevaba dos crisantemos blancos. La coordinadora con su delgado dedo pintado de rojo encendido, señala el duna 98 blanco y el hombre dice –no!, yo quiero ir en aquel- y señala el rojo,  el reno rojo era del mismo tipo vago del principio, la coordinadora se queda un minuto pensando y llama al 9 -9 pasajero- el hombre sube al auto, en el rincón derecho del lado contrario del pasajero, el chofer respetuosamente le pregunto – a donde va señor?-. con una voz como si tratara de salir de su cuerpo respondió –al cementerio- . –al  cementerio?- pregunta el chofer con un poco de gracia.-si al cementerio- contesta con seriedad. El chofer puso primera y salieron rumbo al cementerio, durante el viaje el conductor, muy cara rota, le pregunta –y a que va al cementerio?- un minuto de silencio en ese reno 19 rojo.- a buscar la bici-. Responde, el chofer lo miro por el espejo y sospechaba de ese sujeto totalmente vestido de negro, era la imagen de un cuervo, si absolutamente de un cuervo. Llegan a destino,  el cuervo se baja (lo había bautizado como el cuervo, no sabía su nombre).-cuanto es?- son 5 pesos- en esos tiempos era muy barato. Le paga lo más normal posible y no había ninguna bici, el cuervo lo miro fijamente desde las puerteas del cementerio y como arte de magia, como si su cuerpo de desmaterializara, no se, pero ese tipo cruzo las rejas de las puertas como si nada. El hombre grito como una niña, su cuerpo actuó involuntariamente, salió a una velocidad increíble en ese auto, salto una zanja de 2 metro de largo… llego a central, casi como loco, nadie le creía obviamente, quien iba a creer semejante absurdez? Un tipo que cruzo las rejas del cementerio?
En ese momento tras ver tan alterado al chofer llaman a la policía, viene el padre enojado por tener a un hijo tan estúpido que le tiene miedo a los fantasmas. La policía llega y cuando oye la historia se rieron, diciendo este tipo consume drogas o está loco, bueno   marchan hacia el cementerio unas cuadras antes apagan las luces, primero llegan el chofer y su padre y atrás los dos patrulleros. Un farol alumbraba la esquina de las grandes puertas y debajo del resplandor de esa luz estaba el, mirándonos, en un pestañeo desapareció, lo buscaron por cielo y tierra, la policía quedo totalmente asustada, no se movió de donde estaba, el padre tuvo que recorrerse todo, muy corajudo el hombre. Sin explicaciones, llega la mañana del otro día, a su hermana y madre se le ocurre ir al cementerio, a visitar las tumbas de sus familiares. No se si la muerte jugo con migo pero justamente en la tumba de mi abuelo había dos crisantemos blancos, los que el mismo cuervo llevaba. Yo sigo siendo remisero , la misma vida, pero con una diferencia, ahora duermo con la luz prendía, porque ustedes no saben lo que es el miedo…..


FIN (basado en una historia real)

El 7° sentido, el sentimiento de una casa

Digamos que era un tipo que odiaba estar en su casa, me gustaba el aire libre, odiaba sentirme atado a algo, después de un día duro de laburo, no me quedaba otra que llegar a mi casa, a mi maldita casa, me quede parado en la puerta,  preguntándome si entrar o no, la misma duda de todas las tarde que llegaba de un día cansador,  terminaba entrando, mi cansancio me ganaba,  me duche temprano, antes de que caiga la oscuridad.
Pero cuando el sol caía, ya en el crepúsculo, empezar acordarme de él y mi corazón empezaba a palpitar como si quisiera escapar de mi tórax, lo evite, cene lo más normal y lo evite, pero ya todos se habían ido a dormir y quedábamos yo y el y yo tenía mucho sueño quería dormir pero tenía que pasar por el,  era muy oscuro, me provocaba ceguera verlo,  cada vez que pasaba por el hasta mi cuarto sentía que manos salían de las paredes negras, paredes que ni si quiera veía, no sabía que había en ese tramo, porque era oscuro, no era color negro, era oscuro,  ese día llegue a la puerta, muy alterado pero llegue a la puerta de mi cuarto, entre muy rápido, pero sin hacer ruido, fui sigiloso.
Por fin pude acostarme, me sentía un poco calmado, pero sabía que él estaba ahí y me estaba mirando, podía ver por la rendija de debajo de la puerta que estaba ahí y no podía dormirme, tenía que permanecer despierto, lamentablemente el sueño me gano, me quede dormido. Nuevamente me levanto, esta vez más temprano,  eran las 4am, mi vejiga me delato, jamás me levanto al baño por la madrugada, pero me castigaron, me querían matar, no me querían. No aguante tuve que ir al baño, mi otro enemigo estaba ahí dentro,  me enfrente, a este ya lo tenía un poco dominado, pero igual no me quería,  yo sabía que si me daba vuelta y me iba me agarraría detrás de la cortina, por ende Salí caminando para atrás, mirándolo, desafiándolo, pero me agarraron los otros, los esos que oímos cantar y nunca vemos, los que se ocultan en el roció de la noche cósmica, sus cantos me atormentaban, me hacían bailar como un estúpido, bailar para ellos, ya estaba atrapado, me desate, si explote, destroce la casa, esa casa maldita, en la oscuridad del terror no se que instrumento agarre pero destroce absolutamente todo, la casa quedo hecho añicos.
Muchos dicen que ni “locos” vivirían en un manicomio, pero ellos no saben nada, viven en esos laberintos de terror,  y me dicen loco a mí, ahora que estoy feliz y tranquilo dentro de este cuarto blanco, encontré la paz…

FIN